lunes, 10 de noviembre de 2014

Poesía/Teatro 1

Décimo acto: Desván de la casa de los BerryCloth. La habitación esta desordenada con apenas un par de muebles, el polvo se deposita sobre la cama desecha de hace semanas. La pequeña puerta se encuentra al fondo y la poca luz que entra es por el pequeño ventanuco de la pared izquierda; justo al lado contrario de la cama. Aparte de la cama solo hay una silla rota y unos libros y papeles por todo el cuarto.
Escena 1: Evans lleva días encerrado. Luce una barba desigual, y su pelo oscuro sucio se arremolina desordenadamente. Aun lleva la ropa del entierro pero notablemente arrugada y sucia, las manchas delatan que ha estado bebiendo. Garabateando en varios folios lo que forma ya un poema, se levanta tropezando con el suelo pero concentrado empieza a recitar su poema con voz gastada y contenida.
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1. Sepulturero.

Cuando el tiempo me arranque las lagrimas,
 y el viento borre mi sonrisa, 
seguiré frío e inerte
 en la costa en la que tu venías.

Mis labios se marchitaran,
 mis ojos se secaran.
Y me convertiré en polvo,
 porque no existe mas que esta,
y no de cualquier otro modo,
 forma más bella para volar. 

Simplemente desapareceré,
y dejare que mi existencia
 se evapore de las mentes
que alguna vez me conocieron.
 Poco a poco mi alma
 espirará al olvido
 y seré libre,
como nunca antes he sido.

 No volveré a sentir
 mis lagrimas sangrientas
sobre mis mejillas.
 Ni gritare a la fría noche 
hasta morderme la voz gastada.

 Mi único sueño 
es ahora dejarme morir,
 dejarme liberar 
de esta esta jaula que me tiene preso,
 mis piernas nunca se alzaran 
tanto como yo quiero.

 ¡Ojala el aire en mis pulmones no entrara, 
ojala que el agua inundara mis entrañas!
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Subir a la mayor de las alturas es mi deseo,
y allí dejar caer el muñeco que al romperse
arrancaría los hilos que lo tienen sujeto.
 Una bala es lo que mi cráneo celebra,
 acogida en el cálido hueco del cerebro
 inundando mi espacio con sangre y desechos.
 He de volver a cortar 
las tristes líneas que en mi brazo se dibujan, 
a ver si almenos cortar mi locura logra.
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¡Ay de mi!, 
¿Por qué sigo sufriendo?
ay de mi, 
¡¿Por qué no estoy muerto?!

La tibia dureza de la cuerda me salvará.

Vivo y sufriendo,
sufro y ya muerto.
.
.
.

Me miro desde lo alto
 un cadáver al fin feliz .
Sobre la fría y húmeda tierra,
descansa una vida
que enterrará mi sufrir.

Una vida vacía,
un cadáver feliz,
y yo...

Y yo al fin me libero.








Anotación final:
Siempre he amado la poesía. Supongo porque es una lectura que no importa las veces que la repitas, siempre te aporta algo nuevo., siempre me eriza la piel, siempre me arranca una sonrisa o aun más común una lagrima. Sin embargo escribirla es otra cosa, mi capacidad de escritura narrativa esta más desarrollada que mi capacidad de escribir, o mejor dicho describir, en verso. Podría culpar a mis antiguos profesores de lengua castellana por dejar a un lado todo lo relacionado con la poesía y que solo mencionaron la existencias de algunos autores, pero no pienso escudarme. 
Dejo aquí uno de los primeros poemas que escribo seguramente lleno de fallos, seguramente mal redactado. Se trata de un poema que escribe el protagonista de una obra que estoy escribiendo tal vez algo triste o deprimente para algunos pero que me gusta su doble punto de vista, la muerte no es solo un final también es un comienzo o en el caso de Evans, nuestro protagonista, es un descanso. Es un fragmento del un monologo en el que habla solo así que no tiene porque tener las normas de las rimas de la poesía (jaja).
No me he basado en nada que me haya pasado nunca simplemente me he dejado llevar, seguramente ahí estará la mayoría de fallos. Pero así hay que aprender, cometiendo fallos y escuchando las criticas. 
Muchas gracias por leer estas líneas. Y hasta la próxima vez que nos leamos. 

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