viernes, 3 de marzo de 2017

Llamas


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Llamas.

Anudada a sus manos 
quedo mi pregunta,
y en en sus labios 
un suspiro resbaló.
Ya se acortan los alientos
al cercarse.
Ya no hay sitio para el error.
Hubo un ruego
y nadie habló.
Hubo un deseo
para los dos.
La moneda cayo ganando
y el perdido no apareció.
Ahora ardientes llamas se unen,
y bajo las corazas
los corazones rugen.
Ella susurraba versos
y él recitaba verbos.
Pero no fueron sus labios,
no,
porque estos ya callaron.

Srta de Marte

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Fragmento de El Corsario de Lord Byron.

1
Mi tierno secreto está sepultado para siempre en mi alma.
Mi corazón palpita todavía frecuentemente para corresponder
a los latidos del tuyo;pero luego tiembla guardando un
 profundo silencio.
2
Mi llama es como la luz eterna de una lámpara sepulcral,
cuya débil claridad se oculta a todos los ojos. La fría oscuridad
de la desesperación no la apagará jamás, aunque sus
rayos sean tan inútiles como si nunca hubieran existido.
3
Acuérdate de mí; no pases nunca cerca de mi sepulcro
sin hacer memoria de aquella cuya cenizas se hallan allí
encerrados. El único tormento que mi corazón no podría
tolerar sería el que olvidaras.



viernes, 20 de enero de 2017

¿Te molesta...?

-¿Te molesta el humo?
La joven que había mantenido baja la cabeza concentrada en contar los chicles del suelo, miró extrañada el hombre que se había plantado a su lado y que sostenía un grueso puro entre los dedos. Aun no lo había encendido esperando una respuesta de la joven, o simplemente esperando poder entablar una conversación. Ella negó con la cabeza y apenas soltó un inaudible:
-No... - y volvió a esconder su cara tras el muro de su bufanda.
El hombre hizo una mueca de desilusión, tal vez esperaba algo más que eso, pero la joven no tenía humor para ser una simpática ciudadana.
Por supuesto que el humo le molestaba, ese apestoso tumor se había extendido a lo largo de la acera. De tal forma que de las diez personas que ahí esperaban la guagua, ocho se auto-intoxicaban. Era un esfuerzo inútil intentar alejarse de la pesada nube de alquitrán porque el viento se arremolinaba creando pequeños huracanes grises.
La chica subió el volumen de su reproductor de música como si con eso pudiera crear una muralla contra el apesto olor, mezclado entre tabaco, sudor, basura y por supuesto ...el puro.

Cogió su móvil y abriendo la única app que tenía, "Notas", comenzó a escribir.
"Claro que me molesta. Me molesta ese humo igual que el de los otros tubos de escape que están en toda la parada de guagua, y claro que también me molesta la actitud de esas personas que salen de sus oficinas nerviosos y crispados por el "destete" de su droga. Me molesta que quemen combustible como si aun estuviéramos en la edad de piedra, y necesitáramos una llama para que funcionara todo. Años de evolución para acabar con tal polución. Coches y más coches, con mas personas amargadas en su interior. Drogadictos a móviles al no pensar, al no sentir. Animales que nos alimentamos de carroña de otros, contaminando de forma desmesurada, incansable, imprudente, incontable...

Millones y millones de feas hormigas que engullen una tarta hasta que no se ve nada. Tontos inconscientes que creen que las palabras "Me molesta" pueden cambiar algo. Si por ellos fuera el mundo cambiaría con un twit de protesta o unas frases chillonas en la pescadería.
Quejarse es importante, yo me quejo a todas horas, pero señores, lo que es importante es lo que hacemos. ¿O crees que la ama de casa situada a mi derecha, que zarandea a un pequeño niño, se queja sin motivo de que es un llorón y un malcriado? Tal vez si esa boca dejara a un lado la palabrería barata y diera rienda suelta al deseo oscuro que tiene guardado en su interior, de darle una merecida nalgada a ese pequeño incordio podría, solo tal vez, cambiar la situación.
O como el señor del fondo, ese con el bigote y las gafas horteras, a cual peor. Lee y verborrea sobre la política haciendo aspavientos con sus regordetes brazos mientras arruga el periódico con una mano y con la otra se aferra a una jarra. Tal vez si ese estúpido señor se diera cuenta que si dejara a un lado la cerveza y leyera algo más que el diario Marca podría saber que las batallas no se ganan detrás de una barra.
Pero no aprendemos, seguimos y seguimos quejándonos como pequeños bebes llorones con tontas pataletas que solo terminan en alguna mueca de molestia o unos gritos a algunos desesperados.
¿Aprenderemos un día a dejar de quejarnos y hacer algo para cambiar la situación?"

- Serán hijos de puta
Ese grito se hace mella en mi cabeza atravesando incluso la barrera acústica que había construido con mis auriculares. Se trataba de un hijo más de nuestra pequeña patria de quejicas. Me quito los auriculares lo justo para oír como el señor del puro, el mismo que hace unos minutos se sentía en la obligación social de pedirme permiso para fumarse su puro, como si yo fuera su madre. Miraba la pantalla informativa, la que avisaba de un retraso de una hora, y con una mueca de desagrado dijo:
-Como me molesta que las guaguas nunca lleguen a su hora, menuda mierda.

No aguante más y solté una risa seca en el aire, que consiguió levantar el vuelo entre la espesa neblina gris,
-Sí, es realmente molesto.- sin dudarlo me fui caminando hacia adelante. Tal vez era el momento de dejar de quejarme por el humo e intentar huir de él.




La Señorita de Marte, texto rescatado
de mi móvil viejo.
Puede que tenga más de dos años,
 pero es un tema atemporal.

jueves, 19 de enero de 2017

Un lienzo en negro.



Todos conocemos la expresión “Como un lienzo en blanco”, la oportunidad de hacer cualquier cosa, la ocasión para comenzar a realizar cualquier sueño irrealizable. Pero ¿Y que pasaría con un lienzo en negro? 
Desgraciadamente el negro en nuestra sociedad no tiene muy buena fama, aunque no es mi caso. Es absurdo pensar que un color como el negro pueda representar algo malo o siniestro. El negro es el color de la noche, la misma noche de los artistas, la misma que la de los amantes. El color de la tinta de los libros, de las partituras, de los bocetos. Un color que lo abarca a todo desde las más triste de las tragedias hasta los mas dulces romances. Y es que nos asusta una página en negro, nos da miedo lo que no esta solo para nosotros, lo que ya esta estrenado. Pero siento decirlo pero el mundo ya esta estrenado, el cielo, el mar las nubes han sido vista un millar de millares de veces. Y es que por mucho que sintamos que nos somos los elegidos, no lo somos. La madre naturaleza no nos quiso tener y por eso nos tendió un lienzo en negro. Simbolizando un mundo en el que no tenemos sitio. ¿O no?
De la oscuridad surge la luz, y si así lo pensamos ese lienzo blanco solo esta siendo ensuciado, de una forma bella pero ensuciado. Mientras que ese lienzo en negro estaría siendo iluminado, descubierto.
Por que la vida está llena de lienzos en negro solo hace falta encontrarles la luz que solo tú puedes aportarle.



Aunque tarde aquí llega mi primera entrada al blog
de este recién estrenado 2017.
Un lienzo en negro es una
 buena forma de imaginar un año no?
Para mí este año se presenta con muchas 
ideas y prometo cumplir por mi parte con más escritos.
Hasta entonces, o mejor dicho, hasta la próxima vez que nos leamos.





lunes, 1 de febrero de 2016

La sombra de las nubes.

  En la ciudad de Núremberg, al sur de Alemania. Había una encantadora casa situada a las orillas del río Pegnitz. Tenía la fachada recubierta de hiedras, y las tejas del tejado tenían un tono azul desteñido, del mismo color que el marco de las ventanas. “No era una gran casa, pero era su casa” pensó el señor Briand mientras garabateaba con el carboncillo la hoja en la que se veía su nuevo hogar.
Aunque el señor Briand era de origen francés, había estado viajando por todo el mundo. Italia, Venecia, España, Perú, México, India... Podía describirte a la perfección la forma de las pirámides, o el frío que hacía mientras visitaba el Kremlin. Se le podría definir como un hombre de mundo, y se consideraba a si mismo un hombre muy culto. Tenía en su maleta cientos de libros que se había leído, y por el camino había cientos de libros que también habría perdido. Y ahora que sus huesos estaban más doloridos, y su espalda mas resentida por cargar con tantas maletas, había decidido comprar esa pequeña “behausung”(Palabra de origen Alemán, significa vivienda, casa o morada.)
La casa verde oscuro del tejado azul desteñido, le recordaba a si mismo. Una pequeña casa al final de un largo camino, fría y tranquila. Y aunque se sentía cómodo en ella no se había decidido a deshacer las maletas. Caminaba por la casa sin levantar los pies del suelo para no hacer ruido, cosa que le molestaba bastante cuando se encontraba con alguna alfombra, no había abierto las ventanas y mucho menos tirar los objetos del anterior inquilino.
Se sentía como si en cualquier momento tuviera que salir corriendo de nuevo, a otro lugar, a cualquier sitio. Suspiró, y mirando los pájaros se sintió unido a ellos. No tenía la costumbre de estar en un mismo lugar durante mucho tiempo, digamos que le era imposible construirse ahora un nido. Le faltaban fuerzas, le faltaban ganas e ilusión. Y con estos pensamientos cerró los ojos, la suave brisa le daba en la cara mientras oía al Pegnitz remolonearse en pequeños rápidos frente a la casa. Podía distinguir en el aire el olor de algo dulce, sin saber muy bien qué era. Sin darse cuenta se quedó dormido mecido por los rayos de sol.
Cuando despertó el viento era mas frío, y el sol se empezaba a adormecer entre los prados lejanos del oeste. El señor Briand estiró sus doloridos huesos, haciendo sonar una orquesta de crujidos cuando se dio cuenta frente a él había una niña. Al principio se sorprendió, luego le dedicó una leve sonrisa.
-Hola pequeña. -dijo en un basto alemán- ¿Te has perdido?
La niña no dijo nada, se quedó ahí de pié mirándolo fijamente. Apenas tendría cinco años, el espeso pelo negro le llegaba por debajo de los hombros y el flequillo le tapaba media cara. Llevaba un vestido rojo y no se veía muy sucio así que debería de ser una hija de algún vecino. Pero de su boca no salía ni una sola palabra. Lo intento de nuevo.
-¿Cómo te llamas?
Ninguna respuesta. Sin embargo para asombro del señor Briand, la niña empezó a buscar algo. Del bolsillo derecho completamente arrugado extrajo lo que parecía un trozo de papel, mientras las pequeñas manitas de la niña intentaban alisarlo, el señor Briand se percató de que era una carta. Perplejo por el extraño comportamiento de la niña le sobresaltó cuando esta le tendió la carta, su cara era seria y sostenía la carta con el brazo completamente estirado.
-¿Es para mi? - El señor Briand dudo antes de coger la carta.
La niña negó fuertemente pero no le quitó de las manos la carta, se quedo frente a él esperando. El señor Briand miro el sobre, estaba lleno de sellos, parecía venir de Chile a nombre de un tal Bared Neisser. Y dirigida a la pequeña que estaba frente a él, o al menos eso supuso, la niña cuyo nombre ya suponía que sabía era Bernadette Neisser. Seguramente era una carta de su padre, la fecha era de hacía un par de semanas, pero aún estaba cerrada.

 Miró a la niña que parecía estar cansada de esperar y le pregunto.
-Bernadette... Te llamas así ¿No?
La niña asintió. El señor Briand suspiró aliviado, había conseguido algo. Pero, ahora qué hacía con la niña. Estaba claro que ella le había dado la carta por algún motivo, se rascó la cabeza pensativo.
-¿Es una carta de tu papá?
Bernadette volvió a asentir y esta vez le empujó suavemente la carta hacia él. El señor Briand entendió esta vez lo que ocurría, Bernadette era aun muy pequeña ni siquiera habría empezado la escuela, pero aun así ¿Acaso habría ido hasta ahí solo para que le leyera la carta?
-¿Quieres que te la lea?
Esta vez la pequeña se dio la vuelta agarró un pequeño banco que tenía por ahí y lo colocó al frente del señor Briand. Este suspiró, le estaba haciendo incomoda la situación pero parecía que Bernadette esta bastante ilusionada y enseguida se contagió de ella mientras rasgaba con cuidado el sobre.
Cuando sacó del sobre el pequeño folio mal doblado y empezó a desdoblarlo, sus labios ya estaban preparados para comenzar a leer. Pero no pudo, cuando abrió el último doblez de la hoja lo único que vio era una hoja en blanco. Arrugó el ceño, y acerco la cara a sus ojos por si fuera que no había suficiente luz. No, ni caso, el grueso papel no guardaba nada mas que un tacto agradable. Suspiró desilusionado, seguramente el tal Bared se habría confundido de hoja y le había mandado a su hija una carta en blanco. Levantó la vista por encima de la hoja, la pequeña Bernadette movía inquieta los pies mientras esperaba un relato de tierras lejanas y aventuras increíbles. El señor Briand había estado en Chile y sabía que el padre de la niña tendría muchas cosas que contarle, como la magia que había en el valle de la luna o el ajetreo del Valparaíso, uno de los puertos principales de Chile. Suspiró de nuevo y justo cuando iba a doblar el papel de nuevo, sus ojos se pararon en los de Bernadette. 

....Mitad del primer capítulo... 
Srta. de Marte.
Feliz año nuevo y todas esas cosas que dicen
los blogers normales jaja.
Esto que esta aquí es algo muuy grande que he decidido poner a prueba.
Espero que les guste.
Hasta la próxima vez que nos leamos.

lunes, 21 de diciembre de 2015

La manzana podrida.

Había una vez, un pueblo en el que vivían solamente dos personas. Era un pueblo muy pequeño, tenia dos casas con sus dos huertas y una plaza en el medio. Sus dos habitantes parecían dos caras de la misma moneda. Uno era un hombre de negocios, carismático, astuto y tal vez un poco manipulador. Su compañero era un hombre más sencillo, tal vez pecaba de dejado pero le gustaba el trabajo honrado y era muy humilde
En este pueblo no habían grandes recursos, ni siquiera había quien mandara. Así que los pocos alimentos que conseguían los repartían a partes iguales y en algunos casos incluso hacían algún trato. Por ejemplo el carismático se le daba muy bien hablar con los mercaderes, y casi siempre se las ingeniaba para conseguir el mejor de los precios. Por su parte el más trabajador no le hacía ascos ha trabajar en las huertas o cazar en el bosque.
La vida discurría de esa manera, y ninguno se quejaba. Hasta que en el centro del pueblo apareció un manzano. Sí,sí, apareció, de la noche a la mañana había un enorme y precioso manzano cargado hasta las copas más altas de preciosas manzanas. Y aunque les pareció extraño a nuestros habitantes el hambre les llamaba más. Sin dudarlo el más humilde exclamó alegre:
-¡Hay quince para cada uno!
-No se yo amigo, algunas parecen un poco podridas, mientras otras parecen estar verdes.-respondió el segundo, y rascándose la barba propuso.- te cederé dos de mis manzanas, si me das dos más cuando las otras maduren.
El otro no se negó, es más le pareció tan buena idea que sin dudarlo se subió al árbol y empezó a tirar las manzanas mientras su compañero las colocaba en dos sacos. Ambos se fueron a sus casa contentos pues esta noche cenarían muy bien. Pero en cuanto en la casa del hombre más trabajador abrió el saco comprobó que de las diecisiete manzanas ocho estaban podridas, arrugó el ceño ¿cómo era posible que hubieran tantas manzanas malas y que su compañero no le dijera nada? No le quiso dar importancia y cogiendo un cuchillo extrajo de esas manzanas lo que pudo y lo demás lo tiro.
Al par de días volvieron ambos al árbol, parecía que algunas manzanas estaban ya maduras. Habían unas siete en total. Esta vez antes de que se separaran el primero le dijo al segundo mientras levantaba un dedo de forma autoritaria:
-Recuerda nuestro trato.
El segundo campesino lo recordaba pero no le dio importancia hasta que llegó a casa no se lo podía creer. En su saco solo habían tres manzanas y una de ellas picada por los bichos. Esta vez si que se moslestó, vociferó en su casa como un chalado y bebió suficiente agua-miel como para tranquilizarse y quedarse dormido. Lo malo es que mientras el se quejaba en su soledad, el otro habitante de este pequeño pueblo aprovechaba la noche para cazar alguna manzana a la luz de la luna.
Era una lastima pero al día siguiente no habían manzanas, ni para uno ni para el otro. El campesino que había pasado la noche bebiendo no tenía ánimos para hacer preguntas así que ambos se fueron a sus casas con las manos vacías, al menos en ese momento.
Pasaron los días y el extraño suceso siempre ocurría, las manzanas crecían hasta casi estar maduras y por la noche desaparecían. Era algo de lo más peculiar, aunque algunas veces dos o tres de ellas se salvasen de su desaparición, siempre se las indignaban para que no fueran repartos justos. Tal vez, si esto no fuera un cuento continuaría y continuaría así hasta el final de los tiempos pero por suerte algo más pasó. El árbol se moría, el pequeño manzano se estaba quedando sin hojas, sin ramas y sin raíces. Cuando los dos habitantes del pueblo fueron a verle ese atardecer solo colgaba de una de las ramas una manzana.
Era de un tono verde más claro que los prados pero por su otro lado la carne de la tierna fruta había oscurecido y parecía deshacerse por sí misma. El primer campesino tocio levemente para limpiarse la garganta, la barriga se le sobresalía de los pantalones cuando le espetó al segundo habitante:
-Te lo dije, este manzano ha sido explotado. Has cogido demasiadas manzanas, y ya no puede dar más de si mismo. Propongo que cortemos la manzana en dos partes.-y dicho esto cogió la manzana y la cortó dándole al segundo habitante la mitad de la manzana podrida.
-¿Qué pretendes que haga con esto?
-Esa es tu parte y esta la mía, es lo correcto ya que siempre he sido yo el que te ha estado ayudante. Sin mí no podrías vivir.
En ese instante todos los momentos del habitante pasaron por su cabeza, recordando los hechos pasados, el hambre y la constante sensación de ser estafado.
El segundo habitante sonrió, tiró la mitad de esa manzana al suelo y le tendió la mano al otro habitante aun con los restos sucios de la manzana. El otro se negó a darle la mano, así que el mas humilde, el mas trabajador y el mas pasivo de los habitantes de ese pequeño pueblo no lo dudo cuando se dio media vuelta y se fue.
Nunca se supo ha donde partió, muchos dicen que construyó un pueblo lleno de manzanos y que regalaba manzanas a los niños, nunca engaño a alguien. Otros cuentan que ese pequeño pueblo acabó sepultado por la avaricia y la ruindad del único habitante que aun vivía entre sus propios escombros. Muchos cuentan muchas historias, historias increíbles que pueden cambiar el mundo y esta no va ha ser menos. ¿Por qué?
Porque al menos las historias no hacen daño a nadie.



Micro cuento. 
No dejes que las cosas de tu alrededor no te afecten.
Srta de Marte.


jueves, 29 de octubre de 2015

Alguien.

Cloc, cloc, cloc....

El constante, continuo y lento solido de unas gotas cayendo es lo único que suena. Este monótono sonido es lo único que me ha mantenido cuerda los 10.362 goteos que llevo aquí dentro. Me recuerdo a mi misma las cuatro cosas que siguen molestándome, esta oscuro, estoy empapada, tengo frío y estoy sola. Absolutamente sola, ya no tengo voz de lo que he gritado. Tozo de nuevo solo consiguiendo escupir mas sangre, intento imaginarme el color del que era la sangre pero no lo recuerdo. Me paso las manos por el cuerpo deseando formar una idea de mi figura, de mi espacio.

 Me siento sin materia, sin forma, sin esencia.

Cloc,cloc,cloc...

Han pasado 221.407 goteos, y ahora tengo algo mas que añadir a mi lista de molestias. Repasemos, esta oscuro, estoy calada hasta los huesos, hace frío, tengo hambre y estoy sola. Me acurruco mas contra la húmeda pared, ¿De que color será la pared?Creo recordar porque me duelen los dedos y huele la habitación a sangre pero ya no se porque. Los dientes, aun tengo todos los dientes.

Cloc,cloc,cloc...

Ahora me huele todo a sangre, a humedad y a esas dichosas y estúpidas gotas. Suena la gota 561.084 justo cuando me paso de la raya y en vez de comerme las uñas comienzo con algo mas sustancioso.
Ya no tengo hambre.

Cloc,cloc,cloc...

Como no veía nada pensé que ya no me harían falta. 
¿Quién los necesita? 950.211, 950.212, 950.213... 
Una extraña risa ronca se escapa por mi boca ¿Quién es esa? 
Los ojos si no son para ver no lo necesitas, los ojos sino son para ver no los necesitas.

Cloc, cloc, cloc...

Oigo alguien llorando, o algo... 
Alguien...
Yo soy Alguien.....
No... Yo soy yo... ¿Verdad?... Al final de la habitación había un espejo....

Cloc, cloc, cloc...

3.704.029, un pie, 259, otro pie, 7, un pie, 425.780, ya llego...

El contacto del espejo me asusta, esta volcado boca abajo. Agarro con poca o nada de fuerza su marco, pesa más de lo que esperaba. Giro el espejo y no veo nada. 
Solo una extraña sombra que no deja de repetir cloc, cloc, cloc...

Alguien


Srta. de Marte.

Hola a todos, este es otro de los fast-text de los míos, dedicado a un tema siniestro de lo habitual. Escrito en la media de descanso de clases de hoy jaja. Con esto no es mas que una forma de auto-obligarme a escribir en el blog. Ya habían pasado casi dos meses que no publicaba nada pero es por buenos motivos, lo prometo. Estoy preparando una saga de relatos semi largos en los que quiero meter muchos hechos históricos y eso requiere tiempo. Así que me intentaré poner las pilas. 
Aparte estoy barajando la idea de hacer proyectos nuevos.
Pero mientras disfruten de el frío otoñal y espero volver a leeremos pronto.

martes, 4 de agosto de 2015

Manual para odiarlo todo.



He llegado a la conclusión que he odio todo o prácticamente todo. Estoy seguro que si me lo propongo puedo odiar cualquier cosa. Pero oye, odiar es un ejercicio de todos los días, no puedes pretender llegar un día y saber odiar todo sino has practicado.
Yo por ejemplo entrenaba ocho horas al día, ¿No me crees?.
A ver, me levanto a las seis de la mañana y ya empiezo odiando el despertador; con ese sonidito “pipipiii”, es tan irritante que no te costará nada odiarlo. Luego el desayuno, odio la tostadora, esa inútil que o deja el pan tan blando como un edredón o quemado casi al punto del carbón. Voy masticando ese odio mientras mis dientes se pelean por romper el trozo de carbón con mermelada que tienes en la boca. Por supuesto sigues con el entrenamiento en la ducha, y su estúpido termo. Termino saliendo de casa, congelado por la gélida ducha, ya algo cabreado. Pero esto es solo un calentamiento, porque ahora nos acercamos al metro.
Oh, el metro, hora punta, ese calor tan acogedor de miles de personas un lunes por la mañana no puede haber otra cosa mejor que enfadarte. Y esta muy bien, ahí es donde se fabrican los buenos "odiadores". Sino fíjate en sus caras, ceños fruncidos, arrugas, legañas y sobre todo muecas de desagrado. En ese momento nos tenemos que concentrar bien y pensar en como lo odiamos todo, sí, sí, TODO. Pero poco a poco, empieza por lo más molesto por supuesto, por ejemplo la maldita axila del señor de edad indefinida que se a colocado precisamente a tu lado y que como no, ha decidido que el mejor lugar donde ponerla es justo enfrente de tu cara. Odia también a la maldita abuelita que a saber a dónde va a estas horas con un carrito de la compra mas grande que ella, y no se te escape el bebé que llora a grito pelado, los jóvenes estudiantes con su maldita música estridente y oh por Dios.... Oh por Dios!! El imbécil, quien quiera que sea, que es la octava vez que te pisa los zapatos nuevos!!
Y salimos del metro con una buena primera tanda de odio, nos merecemos un pequeño descanso, pero no nos olvidemos de que vamos dirección al mejor gimnasio para el odio del mundo, el trabajo.
Llegas a tu mesa, resoplas como costumbre, cosa que le indica a tus compañeros que te dejen en paz, al menos aquellos que tienen sentido común. Aunque siempre hay uno que no lo coge, ese mismo que todos tenemos en mente ahora. El más listo de todos, el adelantado a su generación; el sarcasmo se considera otra forma de odio así que te recomiendo que lo desarrolles también. Cuando estés más vulnerable ahí llegará el con su estúpida sonrisa y su asquerosa frasesita “Que buena mañana hace hoy, ¿eh?”. Pero tranquilo, esto nos viene genial, en cuanto suelta esa garrafada notaras como una efervescente sensación de odio crece desde el interior de tu garganta, la sentirás hacerse una bola y la dejarás ahí mientras le fulminas con la mirada. Después de cuatro puñeteros minutos en el que el idiota de turno a conseguido asimilar que no eres de su agrado, se marchará y te dejará por fin en paz.
Aquí viene la parte del entrenamiento más larga y con más saturación de odio, tendrás que tener muy buena resistencia. Porque te esperan seis horas de maratón de incompetentes y de un hijo de puta que tendremos que llamarle “Jefe”. Ese cabrón estará todo el día vigilando cada cosa que haces con tal de que si alguna la haces mal echártela en cara. Para los profesionales del odio es como un entrenador personal. En cuanto te ve que mas o menos llevas la situación, y que tus facciones de la cara se relajan, ataca con una eficaz y rotunda retagila de inconclusiones que no llevan a ninguna parte. Entonces cuando te estas replanteando si vale la pena ir a la cárcel por retorserle ese cuello seboso que tiene, miraras con alivio que tus horas de sufrimiento acabaron.
En este momento, si has llegado a sentir las venas de tus cienes hinchadas, un dolor intenso en garganta, cuello y alma, y por supuesto has estado al punto de la histeria en mas de una ocasión. He entregarte el diploma honorario de “odiador” profesional.
Ahora que odias prácticamente todo, tu casa, tu ciudad, tu trabajo, la gente que te rodea. Básicamente que odias cada cosa que haces en tu día a día.
Te darás cuenta que realmente, no es tu vida, nunca lo ha sido y que no volverás a ser así.

Yo ahora me tengo que ir, tengo una maleta llena de odio que espero poder tirar en el fondo del mar.
Y para ti, te deseo los mejores lunes a partir de ahora.
Un “odiador” compulsivo