domingo, 5 de mayo de 2013


La madre de una marciana sigue siendo una madre.

Arando el tiempo de una vida, niñez, madurez y vejez. Yo me encuentro en un terreno inerte, sin la florida primavera de mi niñez a la tranquila sabana otoñal de la madurez. El vértigo me invade aunque no haya acantilado. ¿Cómo no temer por lo que venía? Yo estoy creciendo y mis padres no estarán conmigo. Siento como una bestia me devora por dentro, y yo grito y lloro desconsoladamente, pero ahí esta mi madre, tan serena tranquila y sencilla, como un viejo camino a una playa desierta.
Cuida, alimenta, protege, aconseja, te da alas y te quiere. Ese amor tan sincero que solo se siente por alguien que casi forma parte de ti, porque tú formaste parte de ella, y seguirás formando por mucho que pasen los años.
Una madre es aquel sentimiento perdido que encuentras cada ves que pides ayuda, es aquello que te hace levantar cada día por muchas veces que te tumbe la vida. Una madre protege pero no emboba, dicta tus fallos con mano dura casi provocando daño pero solo un toque de atención, como en los animales, te duele pero te enseña a mejorar.
Y eso es lo que mas voy a echar de menos, quién me avisará de las piedras del camino, o de que mis actos están mal hechos. Se que es parte de madurar, pero me inquieta pensar como sobrevivir sin una compañía así a mi lado. Espera tus acciones para indicarte los fallos, no prohíbes ni amenazas, tan justa y sensata.
Pero una madre también es un ser humano, con sus fallos y confusiones y en cierta forma también se agradece eso, es más fácil pedir consejo a alguien humano que a un dios. A alguien que sabe lo que es caerse, o ser rechazado o ser utilizado, ella sabe y si no sabe también sabrá solucionarlo. Es el súper poder de las mamás, saber lo que a tu bebé le pasa y porqué le pasa, porque no solo es el tiempo de gestación sino también los años de cuidados intensivos desde pequeños. Siempre seremos pequeñas partes de ellas que con el tiempo formaran personas adultas.
Pero yo que aun necesito de esa ala de protección, esa mano para cogerte en cualquier momento que te acerques a la orilla. Pero el jardín de la infancia se acabará y la valla de mi madre se alejará, no desaparece pero se aleja, en un movimiento rectilíneo uniformemente acelerado.
Porque mi madre…. Simplemente mi madre no es de este mundo, cómo no, la madre de una marciana sigue siendo una madre y se merece que celebremos este día con ella con todo nuestro amor y cariño.
Te quiero mucho mamá.
Gracias por ser tú gracias a como eres yo soy como lo soy.
Espero que por mucho que crezca sigas ahí lejana y taciturna vigilando mis pasos y cuidándome.

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