domingo, 17 de junio de 2012


Quisiera pedir disculpas a todos ustedes mis querid@s lectores, ( aunque sean pocos) por estar ausente estos días/meses, pero he tenido que empollar mucho y he dejado de lado al blog, a cambio les dejo mi relato para el concurso del instituto que quedó en primer logar, perdonen la espera y muchas gracias. UN BESOOOOO!!

Siete manos.



Bajo el cielo sin estrellas de la ciudad, solo puedo ver el rastro de las luces de la calle y el débil resplandor del cigarro. Inspiro y espiro el humo de esta porquería, nunca había fumado, me parecía absurdo tirarse de un segundo piso, lo mismo era para mí fumar, sobrevivir o morir. Pero hoy es distinto, hoy la sabiduría popular  me ha prejuzgado y me ha colocado el letrero de fracasado. La rabia me consume por dentro del mismo modo que el cigarro se consume en mi mano. Arrojo el cigarro a la oscuridad y como una idea de mi vida se apaga y vuelvo a mirar ese cielo oscuro sin estrellas, inconscientemente coloco mis manos en la nuca, su contacto frío y húmedo me hacer recordar cosas, situaciones, momentos; como aquella vez en la que me caí de la bicicleta y me raspé toda la palma de las manos, mi madre las curó y las besó. ¿Quién curara las palmas de mis manos después de esta caída? Las miro con rabia, con frustración, con un odio inmenso. Aprieto los puños hasta clavarme las uñas y respiro con fuerza casi escupiendo el aire. Y grito, grito con todas mis fuerzas, como si se me desgarrara el alma por dentro.
Sigo siendo un niño aún con veinte años, sigo siendo un niño pero ahora peor porque nadie me tiende una mano para ayudarme. Estúpida vida, estúpido mundo, estúpida crisis, estúpido de mí. Estoy tan frustrado que podría consumirme en cenizas en cualquier momento.
En ese momento toda la energía se agotó, de golpe me vi vacío no me oía ni respirar. Mis manos caen a ambos lados de mi cuerpo, cualquiera pensaría que esta o drogado o muerto. Ojala, sería mucho más fácil enfrentar la vida de cualquiera de las dos formas, aunque en el fondo no sería vivir. Se acerca uno de esos tipos de los que tu madre siempre te dijo que te mantuvieras alejado. Chasquea los dedos para llamar mi atención:
v         ¡He! ¿Quieres algo para animarte?
v         ¿Perdona?
v         Joder, muchacho que si quieres algo para subirte el ánimo, ya sabes, para ver la vida de otra forma.
v         ¿Cómo?
Se sienta a mi lado y con mucho disimulo, me pasa una bolsita con algo blanco en su interior. Parece tiza, intento verla mejor pero él me lo impide con el brazo.
v         Es de la mejor calidad- hace una pasusa y mira alrededor- ¿Sabes de cómo va esto no?
v         La verdad es que no….
v         Bueno, pues entonces va a costar unos 100€.
v         ¡¿Cómo?!- por poco me caigo del banco- Yo lo siento pero no tengo tanto dinero- y le devuelvo la bolsita.
v         Vaya, bueno… si algún día la necesitas y por supuesto tienes el dinero yo estoy por aquí
Pero al devolverle la bolsita no puedo evitar fijarme en sus manos flacas, temblorosas y llenas de venas y sin darme cuenta le pregunto:
v         ¿Tú consumes?
v         Pues no, lo que me faltaba.- suelta una risa seca, triste pero sobretodo amarga.
v         ¿Y se gana mucho con esto?
v         Algunas más que otras.

Nos quedamos en silencio y cuando pensé que se largaría para seguir trabajando me suelta:
-          No pienses mal de mí, yo antes era farmacéutico.
Parecía una frase tonta, que no tenía nada que ver con la situación. Pero en los tiempos que corren, y sobre todo en mi situación, comprendí perfectamente a este hombre de la mala vida. Reí por dentro hasta qué punto hemos llegado que un ex-farmacéutico ha tenido que vender drogas para sobrevivir. Y él continúa:
v         Tengo esposa y tres hijos- me mira por primera vez a la cara y puedo ver que es un hombre más mayor de lo que parece, unos cincuenta y largos.- uno de ellos puede tener tu edad. Y aunque yo le digo que se mantenga alejado de las drogas, yo he intentado vendértelas a ti que podrías ser mi hijo.
Veo como aprieta las manos en sus rodillas y los ojos se le llenan de lágrimas pero no llora. Si yo le recuerdo a su hijo, él me recuerda a mi padre. Siempre siendo un hombre, un machote, que nunca llora, con sus manos agrietadas por el trabajo, nunca lloró y creo que eso fue la culpa de que envejeciera tan rápido. Llorar no es de cobardes, el auténtico hombre es aquel que no tiene miedo llorar en los peores momentos de su vida.
v         No se preocupe, si su hijo es igual de listo que usted no caerá en esa trampa. Además usted no tiene ninguna culpa, cada uno hace lo que puede para sobrevivir- mientras le dejen, pensé pero no dije.
v         Ya hijo, yo solo espero que esto mejore y que salgamos pronto de esta quema, no por mi que ya soy viejo, sino por ustedes, los jóvenes, mis hijos.
Entonces el desconocido se levanta me dedica una sonrisa triste.
v         Gracias
v         ¿Por qué?
v         Por escucharme, los tiempos que corren no solo se escasea de dinero sino de buena gente- hace una pausa comprueba que la mercancía sigue descansando en su bolsillo- Adiós.
v         Adiós y suerte.
v         ¡Ah!-y aunque ya estaba mas lejos dice- ¡No te metas en las drogas chaval!- y se despide con la mano.
Su figura oscura se difumina con el resto de la noche oscura sin estrellas. De nuevo estoy solo, empieza a refrescar, pero aún no he cogido el suficiente coraje para enfrentarme a la vida. Así que continuo en el banco del parque, con los ojos cerrados escucho la ciudad, intento identificar todos los sonidos, pueden pasar horas pero siempre son los mimos; coches, pitas, música, gritos, borrachos, tacones…. ¿Tacones? Abro los ojos y encuentro la respuesta, dos prostitutas caminan por el parque, supongo que es en su patrulla habitual. Me ven y se acercan, la una sonrisa que hubiera encantado a cualquier marinero, son como sirenas de agua dulce, pensé.
v         Hola guapo-dice una.
v         Estas muy aburrido ahí tu solito ¿no?-dice la otra.
Sin esperar respuesta ambas se sientan conmigo en el banco y me acarician, con manos dulces y calientes, casi abrasadoras.
v         ¿Qué me dices mi rey?- me susurra una en el oído con voz aterciopelada.
v         Somos 200 € en la cama.

Y aunque las caricias y mimos de las señoritas me embobaban en precio hizo que se me helara la sangre en las venas, carraspeé un poco y dije:
v         Perdonen chicas pero no tengo tanto dinero.
v         Ambas rápidas como el pensamiento y frías como el hielo dejan sus caricias y se alejan de mí un palmo del asiento, me siento mal por si las he ofendido.
v         Disculpadme por favor no quise parecer grosero pero es la verdad hoy me han dejado sin trabajo y sin casa, Tengo las manos vacías.
Me miran, y no veo ni odio ni desprecio en sus miradas ni siquiera indiferencia. Veo esas mujeres tal y como soy más allá del maquillaje excesivo y las pestañas postizas, veo su desesperación, su culpa, su orgullo, pero sobre todo su humildad.
v         No te preocupes mi amor, no eres la primera ni la ultima victima de la crisis.
v         Y me sonríe, pero ahora que la veo de cerca esa sonrisa no solo es encantadora sino que es una sonrisa cansada, vendida, gastada.
Con suavidad la otra coge mi mano y la acaricia con la ternura de una madre. Sus manos gastadas de dar cariño a todo tipo de personas, uñas largas, esmalte barato, anillos de chino. Ahí se veía claro que lo que menos importa son las marcas porque para mi me parecieron las manos de un ángel.
v         Yo soy Ana y ella es Tatiana, yo soy de aquí y antes era profesora de primaria pero hace un año acabé en el paro hace un año y solo hace dos mese que empecé con esto- me mira con compresión- todos estamos igual de jodido, y no se puede sacar una familia adelante con el dinero del paro y de la presión de mi madre.
v         Al menos tu tienes familia aquí- dice la tal Tatiana- Yo dejé Rusia hace 5 años y el único curro que conseguido es este y con la carrera de empresariales hecha.
v         ¿Y a ti que te pasa?
v         ¿A mí?- respiro hondo, mientras me doy cuenta de lo irónica que es la vida que estoy apunto de contar mi vida a dos desconocidas- bueno… estoy estudiando en la facultad de medicina, vengo de un pueblito, trabajo a media jornada, o al menos eso hacía hasta que me echaran y hoy se vence el alquiler por segunda vez así que me echarán a la calle. En cuanto a mi familia, el único que queda esta en el hospital, mi padre que esta en coma, y mi madre, mi madre esta en el cielo.
v         ¡Joder! Con razón dicen que la vida es muy puta-dice Ana.
v         No te preocupes encanto, en mi país como aquí se dice cuando crees que todo esta mal a partir de ahora las cosas siempre pueden ir a mejor ¿no?
Y lloré porque yo no soy un machote como mi padre, y quién me diría a mí que las manos de unas señoritas de la calle me consolarían de esa forma tan dulce.
Fue poco el tiempo que lloré pero en mis manos y en las suyas, quedo ese sabor salado durante el resto de nuestras vidas. Después solo recuerdo caricias de adiós, ya que tenían que seguir trabando y las manos a lo lejos, esos besos volados con sabor agridulce.
v         ¡Que mujeres- dije en voz alta sin miedo a que me oyeran porque de nuevo estaba solo en la oscura noche sin estrellas- que heroínas actuales, espero que la vida les devuelvan todo ese amor que ellas dan, aunque me da algo de envidia- miro de nuevo a ese cielo sin estrellas- yo nunca podría encarar la vida con tantos obstáculos, y aquí tengo el ejemplo, como un sin casa, que en realidad eso es lo que soy- de nuevo ese sentimiento de frustración me invade- ¿Cómo voy a salir de este rompecabezas?
Yo continuaba haciendo planes de posibles suicidios fáciles y rápidos, aunque en el fondo sabía que era demasiado cobarde como para intentar suicidarme, cuando una mano toco mi hombro, el susto hizo que el corazón me subiera hasta la garganta.
v         ¡Vaya! Parece que esta noche me han quitado la cama.
Era un mendigo, uno de esos que están en las salidas del aire de los grandes almacenes, marcando con su presencia el sistema consumista al que estamos sometidos. El viejo se sienta a mi lado con una sonrisa limpia y extraña.
Tenía una mirada cansada de un profundo color entre verde y gris. Y sus manos, bueno mejor dicho su mano grande y oscurecida reflejaba trabajo y una vida muy larga, era manco, pensé que podría haber perdido la mano en cualquier pelea de vagabundos. Estaba siendo muy indiscreto mirándole, y él esperaba el momento en que le preguntara por la mano inexistente, pero no lo hice:
v         ¿Qué haces aquí muchacho?- preguntó él con mucha confianza, quizás demasiada.
v         ¿A ti que te importa?- el viejo este me esta poniendo de los nervios con esa sonrisa con algo tan extraño.
v         uuuuuh… parece que alguien ha olvidado ha olvidado la regla de oro para se feliz.
v         ¿Cómo voy a estar feliz si estoy arruinado?
v         Si, ya he oído tu historia.
v         ¡¿Has estado escuchando?!- ya el viejo este me esta tocando las narices.
v         Sí, tienes una mala actitud ¿Sabías?
v         ¿A, si?- suelto con tono sarcástico- ¿Y cómo debería tenerla tal y como estoy?
v         Pensar en positivo, uno es todo lo feliz que previamente el mismo se ha propuesto serlo.
Fui a abrir la boca para protestar, pero el viejo tenía razón, mi actitud estos últimos meses había sido negativa aun cuando estaba bien. Y estuvimos en silencio un rato y ahora si suelto:
v         ¿Qué te paso?- ahora que estoy mas calmado y he podido fijarme en su sonrisa, y ahora se que lo extraño de esa sonrisa no es otra cosa que su sinceridad.
v         ¿Te refieres a esto?-levanta el muñón en alto- soy un despistado- sonríe y suelta como si nada- trabajaba en una fábrica y hubo un accidente, con una excusa me echaron a la calle y con esto nadie me ha contratado.
v         Lo siento.
v         No lo sientas, yo no lo hago.
v         ¿Y cómo vives?
v         Como ves, de hecho me siento agradecido.
v         ¡¿Agradecido?!
v         La gratitud es la semilla de la felicidad, desde entonces he encontrado cosas por las que sentirme agradecido.
v         No entiendo cómo se puede ser feliz estando en la miseria.
v         Mis pensamientos son los que me hacen sentirme feliz o desgraciado, no mis circunstancias. Dios mira las manos limpias no las que están llenas.-volvió a dejarme sin palabras- por lo tanto no te angusties, muchacho, el cambio esta en nuestras manos, bueno en mi caso, en mi mano.
v         Pero hay tanto que cambiar y tanta derrota en mi pasado que me da miedo pensar en lo que esta por llegar.
v         Recuerda que cada nuevo día es un nuevo comienzo, una nueva vida.
Cerré los ojos con fuerza y me imaginé a mi mismo plantándome a la vida con esa fuerza, si veía la luz al final del túnel y se hacía mas grande, había esperanza y eso era lo que importaba la luz me invadió y sentí su calor. Abrí los ojos y ahí estaba, había amanecido, el sol, astro rey apartaba esa noche sin estrellas de la ciudad y de mi vida, su energía y su calor entraban en mí como una cascada en un manantial. Miré a mí alrededor y no había nadie. Sonreí realmente eso ya no importaba. Con renovadas fuerzas me levanté del banco del parque, y alcé las manos lo mas alto que pude dando la gracias en silencio a esas cuatro personas, a esas siete manos que me ayudaron tanto a ver lo malo lo bueno y la perspectiva, a ser de mi mejor persona, ha renacer, hoy empieza mi nueva vida.


1 comentario:

  1. me ha gustado mucho la historia, aunque hay algunas faltas de ortografía y caligrafía como comas y puntos, y faltad de algunos guiones, pero en general es una historia preciosa típica de tí.

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